Franquismo

Te explicamos qué es el franquismo, los objetivos de este régimen autoritario y sus características generales. Etapas y fin del franquismo.

Franquismo - Francisco Franco
Francisco Franco fue dictador de España entre 1939 y 1975.

¿Qué fue el franquismo?

Se conoce como “franquismo” al periodo de la historia española en el que el país estuvo gobernado por Francisco Franco. Se trató de un gobierno dictatorial que se inició en 1939, al terminar la Guerra Civil Española, y finalizó con la muerte del dictador, en 1975. 

Se caracterizó por ser un régimen de ideología ultranacionalista, católica y militarista que llevó adelante medidas como la censura de los medios de comunicación, la eliminación de los partidos opositores y la creación de un partido único: el Movimiento Nacional. También prohibió a los sindicatos laborales y a los idiomas cooficiales, como el catalán y el euskera.

Franco asumió el poder luego de vencer en la guerra civil a los republicanos. Debido a que estuvo casi 40 años al mando de España, su gobierno tuvo diferentes etapas que variaron de acuerdo al contexto interno y mundial. 

Origen y surgimiento del franquismo

Franquismo
Franco consolidó su poder durante la Guerra Civil Española y luego se convirtió en dictador de España.

Francisco Franco Bahamonde hizo la carrera militar y ya desde sus primeros años de ejercicio destacó en la guerra de Marruecos, contienda en la que participó durante más de catorce años entre 1912 y 1926. Por su disciplina y táctica en la guerra le fue dado el cargo de general de brigada a los 33 años, lo que le valió un gran prestigio dentro del ejército.

Tras su vuelta a España, Franco fue nombrado líder de la Escuela Militar de Zaragoza y luego se le otorgó la Jefatura del Estado Mayor. En 1934 fue el encargado de contener la Revolución de Asturias, una huelga llevada a cabo por grupos socialistas. En 1936, el Frente Popular (una coalición de partidos de izquierda) ganó las elecciones y, ante el temor de que se involucre en un posible golpe militar, Franco fue enviado a las islas Baleares.

Un golpe de Estado para derrocar al gobierno de izquierda se gestó en las filas del ejército y el general Franco se mostró reticente, por lo que no acompañó desde España sino desde África.

El golpe contra la Segunda República (que fue llamado “Alzamiento Nacional”) se llevó a cabo en julio de 1936 y, aunque fracasó en muchas de las principales ciudades españolas, dio inicio a la Guerra Civil Española. En el conflicto se enfrentaron el bando republicano (formado por republicanos y partidos de izquierda, fuerzas populares y parte del ejército) contra el bando sublevado, que se autoproclamó “bando nacional”.

En el bando nacional se propuso al militar José Sanjurjo como líder de la sublevación, pero el 20 de julio de 1936 murió en un accidente aéreo y, tras su muerte, se le ofreció el puesto de generalísimo a Franco. Luego del asedio del Alcázar de Toledo se le otorgó también el cargo de Jefe de Estado (aunque aún quedaba territorio en manos del bando republicano).

A partir de allí, Franco estableció un plan de guerra para hacer frente al bando republicano y contó con el apoyo de tropas alemanas e italianas. Acechó durante los siguientes tres años a republicanos e izquierdistas, que estuvieron ayudados por la nación soviética. Paralelamente, Franco comenzó una campaña de prestigio a través de los medios de comunicación y se autoproclamó Caudillo de España.

Los sucesivos intentos frustrados del bando nacional por tomar Madrid supusieron una mayor ayuda externa. La batalla de Guadalajara, uno de los mayores fracasos del bando nacional, y el bombardeo de Guernica, un atentado contra los derechos y vidas de inocentes que le valió al bando nacional el repudio mundial, fueron algunos de los principales hitos de esta guerra.

Con la caída de las últimas ciudades, Barcelona, Madrid y Valencia, el 1 de abril de 1939 el bando nacional que dirigía Francisco Franco resultó victorioso. Al mando del único partido político y del ejército, Franco instauró en toda España un gobierno personalista.

Características del franquismo

Franquismo - Catolicismo
Durante el régimen dictatorial, la educación quedó controlada por las instituciones católicas.

Algunas de las principales características del gobierno de Francisco Franco fueron:

  • Autoritarismo. Todo el poder, control y ejecución de lo que ocurría en territorio español estaba bajo el mando de la figura de Franco. Tenía facultades ejecutivas y legislativas: por esta razón, su poder era totalitario.
  • Anticomunismo. Un rasgo fundamental del franquismo fue la represión y lucha contra los movimientos socialistas y comunistas dentro de España. Bajo el lema “Centinela de Occidente”, Franco consiguió durante la Guerra Fría el apoyo internacional del Bloque Occidental. 
  • Unipartidismo. Durante la Guerra Civil Española se creó el movimiento nacional, también llamado FET de las JONS (Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), que fue el único partido político oficial y permitido durante el franquismo. El resto de los partidos políticos fueron prohibidos y tuvieron que mantener sus actividades de forma clandestina.
  • Militarismo. Durante el franquismo el ejército fue uno de los principales y más importantes grupos de poder. Muchos de los colaboradores de Franco provenían del ejército y fueron los dueños del poder político al dirigir las principales organizaciones estatales.
  • Represión. Durante el franquismo se persiguió a todos aquellos que fueron considerados del bando republicano, por lo que muchos tuvieron que exiliarse de España. Además, se persiguió a los militantes de izquierda y a los grupos nacionalistas catalanes y vascos.
  • Ultracatolicismo. El catolicismo se restauró como religión oficial de España, controló los asuntos educativos y rigió como parámetro moral de la vida pública y privada. Franco se alió con la alta jerarquía eclesiástica, obtuvo el apoyo del Papa y se proclamó como un enviado de Dios para salvar a España.
  • Ultranacionalismo. Durante el franquismo hubo una exaltación de la patria y de la figura de España, con símbolos que caracterizaron al régimen, como los himnos y el uso de camisa color azul, uniforme y boina roja. Se apostó a la unidad nacional española y se negó la autonomía política de otras identidades nacionales, como la vasca y la catalana. El castellano se impuso como única lengua española.
  • Censura. La prensa, la radio y la televisión fueron controladas por militares al mando. Al tener el control de los medios de comunicación de masas, se intentó regular la opinión pública al suprimir todo intento de revolución o pensamiento contra el régimen. Además, se suprimieron los partidos opositores y sindicatos y los idiomas cooficiales como el catalán y el euskera.
  • Slogans y propaganda. El gobierno y los medios de comunicación intentaron inculcar y resaltar los valores religiosos y nacionalistas, fomentando la unidad, grandeza e independencia de España. Esto se podía apreciar en un eslogan de la época: “España una, grande y libre”.

Bases sociales del franquismo

En su origen, el gobierno dictatorial de Franco fue apoyado por diferentes sectores de la sociedad española:

  • La oligarquía terrateniente y financiera que recuperó su hegemonía social y fue la gran beneficiaria de la política económica intervencionista del régimen.
  • Las clases medias rurales del Norte y Castilla, que estaban bajo una fuerte influencia de la religión católica.

Por el contrario, la mayor parte de las clases medias urbanas y de las clases trabajadoras estaban en contra de la dictadura. Sin embargo, debido a la represión y la pobreza extrema que se vivieron en los primeros años del régimen, estos grupos no lograron consolidar una oposición al régimen. 

Bases políticas del franquismo

El franquismo estructuró su sistema político en torno a la estricta prohibición de los partidos políticos y a la represión contra cualquier activismo de oposición. Durante la Guerra Civil Española, en 1937 se había establecido en las zonas controladas por los sublevados un gobierno de partido único conocido como la FET de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Más tarde, comenzó a denominarse como el Movimiento Nacional.

Por otro lado, dentro del régimen, existieron diferentes grupos políticos subordinados que apoyaron la dictadura franquista:

  • Falangistas. De origen fascista, eran los integrantes del partido derechista Falange Española. Dentro del gobierno franquista, ejercieron control de la vida social y económica a través de diversas instituciones como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, y la Organización Sindical.
  • Militares. Especialmente durante los primeros años del régimen, los ministerios y diferentes espacios de gobierno estuvieron ocupados por militares afines al dictador. 
  • Católicos. La dictadura estuvo apoyada por los altos cargos eclesiásticos. La iglesia católica tuvo un gran control sobre la educación y otras instituciones sociales. A lo largo del régimen, diferentes organismos religiosos, como el Opus Dei, formaron parte del gobierno. Tras el Concilio Vaticano II, parte de la Iglesia católica se distanció de la dictadura franquista. 

Economía durante el franquismo

Las políticas económicas del gobierno de Franco se fueron transformando según el contexto político, social e internacional. Pueden reconocerse las siguientes etapas:

  • Autarquía de posguerra. Durante la década de 1940, Franco apostó a generar en España una autarquía económica. Luego de la guerra civil, la economía estaba devastada, con una crisis de producción que llevó a la escasez de alimentos y bienes de necesidad. Además, la Segunda Guerra Mundial limitó las posibilidades de comercio internacional. Se desarrolló entonces una política económica de autarquía: intervención del Estado para generar autosuficiencia económica a nivel nacional. El Estado racionalizó los alimentos, fijó los precios, organizó la producción agrícola, supervisó el desarrollo industrial y controló el comercio interior y exterior.
  • Reestructuración económica. Durante la década de 1950, ante las limitaciones de la autarquía y en un nuevo contexto internacional, Franco decidió reestructurar la economía. Se puso fin al racionamiento de alimentos y se liberó la circulación de mercancías. Hacia finales de la década se vio la necesidad de profundizar los cambios y se incluyó en el gobierno a profesionales en economía, administración y gestión estatal.  
  • Desarrollismo. Durante la década de 1960 y hasta el fin del gobierno franquista, se estableció una política económica dedicada al crecimiento de la producción industrial y a la apertura internacional. Ingresaron inversiones extranjeras, se abrió el país al turismo y se habilitaron incentivos fiscales para el desarrollo industrial. 

Etapas del franquismo

Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco envió tropas voluntarias en apoyo a Alemania e Italia.

Se suele dividir la historia del gobierno franquista entre Primer franquismo y Segundo franquismo, para diferenciar sus periodos y comprender las transformaciones que atravesó el régimen. De manera paralela, pueden identificarse las siguientes etapas: 

Primera etapa (1939-1953): Período de posguerra

Luego de la guerra civil, España quedó desolada social, política y moralmente y atravesó una gran crisis económica, producto de la división social, la destrucción de la guerra y el contexto internacional. Además, en estos años el gobierno dictatorial implementó una política de represión extrema con el objetivo de eliminar todos los focos de oposición al régimen.

Durante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, Franco se manifestó neutral debido al estado social y económico de España, pero las ambiciones imperialistas y la necesidad de establecer alianzas beneficiosas hicieron que estableciera pactos con Alemania. 

Conformó la División Azul, una unidad de tropas voluntarias que, entre 1941 y 1943, envió cerca de 45.000 soldados al frente de guerra oriental (entre Alemania y la URSS).

Al finalizar la guerra se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pero España quedó excluida debido a la relación de Franco con el fascismo y su régimen dictatorial. Este período también es conocido como el período del aislacionismo, debido a que muchos países cerraron sus fronteras y relaciones diplomáticas con España.

Segunda etapa (1953-1959): Reestructuración política y económica

La Guerra Fría favoreció a España, porque ubicaba a este país dentro de los países anticomunistas y esto la acercó a los países del Bloque Occidental. 

Por otro lado, Franco introdujo una serie de cambios en el gobierno e incorporó profesionales tecnócratas a la administración estatal. En este contexto, España entró en una nueva fase económica en la que se firmaron los primeros tratados económicos con embajadores extranjeros, lo que fomentó el crecimiento económico.

En 1955 España ingresó a la ONU y recibió de países extranjeros ayuda militar y tecnológica. Con el fin del aislamiento exterior España se abrió al desarrollo económico, al turismo y a la inmigración.

Tercera etapa (1959-1969): Desarrollismo económico

Durante la década del sesenta, se realizó una apertura del comercio y se volvió a dar importancia a la industria. En 1959 se lanzó un “plan de estabilización” con el objetivo de profundizar la industrialización del país, aumentar los ingresos de la clase trabajadora y generar una clase media consumidora. 

Durante este período se comenzaron a visibilizar las manifestaciones opositoras. El movimiento obrero actuó por fuera del sindicato controlado por el estado y comenzó a manifestarse en huelgas. Los grupos nacionalistas vascos y catalanes comenzaron a movilizarse para recuperar sus autonomías. En 1961, la ETA (organización terrorista vasca) llevó a cabo su primera acción violenta. 

Además, comenzaron a aparecer condenas a nivel internacional, en contra de los valores dictatoriales y la ausencia de libertades.

En este contexto, el gobierno recrudeció la represión. Se creó el Tribunal de Orden Público, encargado de perseguir a militantes de la oposición, y se aprobó la Ley de Prensa (1966), que consolidó la censura editorial y el control de los medios de comunicación. 

Cuarta etapa (1969-1975): Agonía del franquismo

Con el comienzo de la década del setenta, aumentaron las huelgas, protestas y la oposición política se fortaleció, mientras la salud de Franco manifestaba un profundo deterioro. La presión por su enfermedad hizo que Franco nombrara como sucesor a Juan Carlos I.

El régimen franquista llegó a su fin el 20 de noviembre de 1975 con el fallecimiento de Francisco Franco.

Fin del franquismo

Franquismo - autoritarismo
Franco estableció como su sucesor a Juan Carlos I, príncipe heredero del trono español.

A comienzos de la década del setenta el malestar social, el activismo de la oposición, y la condena internacional por los crímenes del régimen dictatorial comenzaron a debilitar el poder del franquismo. A esto se le sumaron los problemas de salud del líder que, en 1973 debió delegar sus principales funciones. 

Como sucesor, Franco designó a Luis Carrero Blanco, un político fiel que lo había acompañado durante todo el régimen. Sin embargo, Carrero Blanco fue asesinado por la ETA, en el mayor atentado de esta organización contra la dictadura franquista, y fue sucedido por Carlos Arias Navarro, otro hombre de confianza de Franco. 

Para ese entonces, la unidad del régimen franquista se había debilitado profundamente. Existían posiciones encontradas entre los que consideraban que el régimen debía mantenerse con los mismo valores y políticas de las últimas cuatro décadas y quienes veían la necesidad de establecer reformas que neutralizaran a la oposición. 

En 1974 se desató una crisis económica que generó un aumento de la inflación y de la tasa de desempleo. En ese contexto, se multiplicaron las huelgas, integradas por movimientos de trabajadores, estudiantes universitarios y nuevos movimientos sociales (como el feminismo y el movimiento vecinal). 

Este malestar social se vio agravado por la actividad terrorista de ETA y de FRAP, que aceleraron la frecuencia y cantidad de sus atentados violentos contra el gobierno franquista. 

Fuente: https://humanidades.com/franquismo/#ixzz8YDby7Cxo

II República

Tras la dimisión de Primo de Rivera el 28 de enero de 1930, los sucesivos gobiernos de Berenguer y Aznar no consiguen restablecer un orden constitucional capaz de asegurar la pervivencia de la monarquía.

Las aspiraciones de democratización y modernización del país habían ido cobrando fuerza no sólo en sectores intelectuales y políticos sino también en los movimientos de masas. En este marco reivindicativo, la República se concibe como la forma de Estado más idónea para llevarlas a cabo.

Llegada del Gobierno Provisional, para la apertura de las Cortes Constituyentes, 14 de julio 1931

Los hechos se suceden con rapidez. El 27 de agosto se firma el Pacto de San Sebastián

entre monárquicos desencantados, como Alcalá Zamora, republicanos y nacionalistas, y también algunos representantes de los socialistas. El 30 de diciembre tiene lugar la sublevación de Jaca encabezada por los militares Galán y García Hernández que, pese a su fracaso, serían considerados como los primeros héroes de la República.

El 12 de abril de 1931, como primer paso del programa electoral del almirante Aznar, se celebran las elecciones municipales, que se interpretan como un auténtico plebiscito entre monarquía y república. La victoria de los republicanos en la mayor parte de las capitales de provincia y, sobre todo, en Madrid, Barcelona y Valencia, se considera un triunfo indiscutible y en el plazo de cuarenta y ocho horas la bandera tricolor se iza en todas las fachadas de los ayuntamientos: “España se acostó monárquica y se levantó republicana”, diría el almirante Aznar. Así, dos días después de celebrarse los comicios, se proclama la República y el rey Alfonso XIII sale de España.

Inmediatamente, se forma un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, del partido de Derecha Liberal Republicana, que permanece hasta diciembre de 1931. La misma noche del 14 de abril, el Gobierno decreta una amnistía para los delitos políticos, sociales y de imprenta, pero el decreto más importante de este Gobierno provisional es el que fija su propio estatuto jurídico, estableciendo para su actuación un marco mínimo de garantías, como la libertad de cultos y creencias y  el respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos.

Cortes constituyentes, 1931-1933

Las elecciones a estas Cortes se rigen por la Ley electoral de 1907,  con algunos de sus artículos modificados por decreto de 8 de mayo de 1931. En dicho decreto se sustituyen los distritos electorales por circunscripciones provinciales con el fin de evitar prácticas caciquiles y añadir mayor proporcionalidad entre el número de electores y de elegibles, se incorpora a las mujeres y al clero a la calidad de elegibles y se reduce la edad exigida para ejercer el derecho a voto de los 25 a los 23 años.

Los resultados electorales dan una aplastante victoria a la conjunción republicano-socialista, integrada por un buen número de destacados  intelectuales: Unamuno, Marañón, Sánchez Román, Madariaga, Ortega y Gasset… (Miguel de Unamuno junto a los diputados de la circunscripción de Salamanca y credencial de José Ortega y Gasset por la de León,  en las elecciones de 28 de junio de  1931)

El 14 de julio de 1931 tiene lugar la apertura de las Cortes Constituyentes, en dicha sesión después del discurso del presidente del gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora se procede a elegir la mesa interina de las mismas, donde saldrá elegido Julián Besteiro como presidente  La sesión finaliza con el discurso del presidente que es acogido con grandes aplausos y muestras unánimes de asentimiento.

Se constituye una comisión parlamentaria, presidida por Luis Jiménez de Asúa, para  emitir dictamen sobre el texto constitucional. Enseguida afloran los puntos más conflictivos del debate: la cuestión religiosa (que provoca la dimisión de Alcalá Zamora como presidente del Consejo y su sustitución por Azaña), la relativa a la propiedad y la autonómica, así como el voto femenino, que da lugar a encendidos debates entre Victoria Kent y Clara Campoamor. (Diputadas por Madrid en las elecciones de 28 de junio de 1931) (Busto de Clara Campoamor, en metacrilato, vidrio y acero  por Marina Núñez, obra incorporada a la colección artística del Congreso de los Diputados con motivo del setenta y cinco aniversario del sufragio femenino en España, 2006)

Finalmente, la Constitución española de 1931 es aprobada el 9 de diciembre. Alcalá Zamora es nombrado Presidente de la República en la sesión solemne del día 15.

Se aprueban una serie de leyes que suponen importantes reformas sociales e institucionales, algunas de ellas antes de la Constitución, como la Ley de Defensa de la República, de 20 de octubre, o la que establece las atribuciones de la Comisión de Responsabilidades, de 27 de agosto.  La Ley de la Reforma Agraria tropieza pronto con las dificultades que entraña su aplicación. Gran relevancia tienen también las leyes de secularización de cementerios, matrimonio civil y divorcio, así como la de Asociaciones profesionales o la de Ordenación bancaria.

La Comisión Constitucional se encarga de los dos estatutos de autonomía que se tramitan en esta legislatura: el Estatuto de Cataluña y el del País Vasco. La Ley Orgánica de 14 de junio de 1933 regula el Tribunal de Garantías Constitucionales, establecido en el artículo 122 de la Constitución.

Cortes, 1933-1935

En las elecciones celebradas el 19 de noviembre resultan vencedoras las fuerzas de la derecha, integradas en la C.E.D.A (Confederación española de derechas autónomas).

La labor rectificadora de este nuevo Gobierno y de estas nuevas Cortes respecto de la obra reformista del bienio anterior se pone enseguida de manifiesto, primero con decretos como el de abolición del de intensificación de cultivos o el de modificación de los jurados mixtos. Las Cortes aprueban la Ley Electoral, la de Amnistía, Arrendamientos y Reforma agraria.

Entre los hechos más relevantes de esta legislatura están los sucesos de octubre de 1934, con la proclamación del Estado Federado Catalán y la Revolución de Asturias.

Las normas de funcionamiento de la Cámara son las establecidas en el Reglamento Provisional de 1931, hasta que el 29 de noviembre de 1934 se aprueba un nuevo Reglamento del Congreso de los Diputados.

Cortes 1936-1939

Las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936 dan la victoria a las fuerzas agrupadas en el Frente Popular, que obtienen 257 diputados. Antes de culminar el proceso electoral, pues aún debía celebrarse una segunda vuelta, y antes, por tanto, de constituirse las Cortes, Portela Valladares, encargado de gestionar las elecciones, abandona su cargo, creando así un vacío de poder que fuerza la inmediata formación de un Gobierno cuya presidencia asume Manuel Azaña.

La situación cada vez más tensa que se vive en el campo y en las ciudades se refleja en las discusiones de las Cortes, centradas sobre todo en el orden público. El teniente Castillo es asesinado por grupos armados de la derecha el día 12 de julio, y al día siguiente Calvo Sotelo por grupos armados de la izquierda. Finalmente, la sublevación militar estalla en Marruecos los días 17 y 18 de julio de 1936, extendiéndose a la península. Su fracaso da lugar a la Guerra Civil, que se prolonga hasta marzo de 1939.

El 1 de octubre de 1936 se suspenden las sesiones parlamentarias. Una parte de las Cortes se traslada a Valencia, iniciándose así una itinerancia (Valencia, Barcelona, San Cugat del Vallés, Sabadell y Figueras) que culmina con la celebración en París, ya en marzo de 1939, de las últimas reuniones de la Diputación Permanente, órgano que trata de asumir sus funciones constitucionales y delibera sobre la dimisión de Azaña como presidente de la República, el golpe del coronel Casado y la comparecencia de Negrín, último presidente del Consejo de Ministros, en la sesión celebrada los días 31 de marzo y 1 de abril de 1939.

Fuente: https://www.congreso.es/es/cem/iirepesp

Reinado de Isabel II

Isabel II, a la que Pérez Galdós denominó «la de los tristes destinos», fue reina de España entre 1833 y 1868, fecha en la que fue destronada por la llamada «Revolución Gloriosa». Su reinado ocupa uno de los períodos más complejos y convulsos del siglo XIX, caracterizado por los profundos procesos de cambio político que trae consigo la Revolución liberal: el liberalismo político y la consolidación del nuevo Estado de impronta liberal y parlamentaria, junto a las transformaciones socio-económicas que alumbran en España la sociedad y la economía contemporánea.

No cabe duda de que la historia personal de Isabel II, que ocupa 74 años de existencia, está marcada desde su nacimiento por el hecho de ser mujer y por una asombrosa precocidad impuesta por los avatares y las circunstancias que la obligaron a asumir muy tempranamente las responsabilidades que su condición conllevaba: Reina a los tres años, una mayoría de edad forzada por la situación política que dio paso a su reinado personal con tan sólo trece años, un matrimonio obligado e inadecuado a los dieciséis, que desembocó en separación, apenas transcurridos unos meses y, por último, su destronamiento a los treinta y ocho años, la trágica divisoria en su vida que da paso a los largos años del exilio y el alejamiento de España. Es una historia azarosa, como la época a la que ella dio nombre, que la haría pasar de una imagen positiva al comienzo de su reinado a otra terriblemente negativa a su término. Pasó de gozar de una gran popularidad y cariño entre su pueblo, de ser la enseña de los liberales frente al absolutismo y una especie de símbolo de la libertad y el progreso, a ser condenada y repudiada como la representación misma de la frivolidad, la lujuria y la crueldad, la «deshonra de España», que intentará barrer la revolución de 1868.

El nacimiento de Isabel II: Un trono cuestionado

Isabel II nació el 10 de octubre de 1830, recibiendo en el bautismo los nombres de María Isabel Luisa. El historiador José Luis Comellas la describe como «Desenvuelta, castiza, plena de espontaneidad y majeza, en el que el humor y el rasgo amable se mezclan con la chabacanería o con la ordinariez, apasionada por la España cuya secular corona ceñía y también por sus amantes». Hija primogénita del último matrimonio del rey Fernando VII con María Cristina de Borbón, con la que había contraído matrimonio en 1829 tras enviudar de su tercera esposa, María Josefa de Sajonia, su nacimiento plantea el problema sucesorio pues sus derechos dinásticos son cuestionados por su condición de mujer. El heredero al Trono había sido, hasta ese momento, su tío Carlos María Isidro y, tras tres matrimonios de Fernando VII sin descendencia, parecía que era él el llamado a sucederle. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión. En marzo de 1830, seis meses antes de su nacimiento, el rey publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin efecto el Auto Acordado de 1713 que, a imitación de la Ley Sálica francesa, excluía la sucesión femenina al Trono. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al Trono las mujeres en caso de morir el monarca sin descendientes varones.

En virtud de esta disposición, el 14 de octubre de 1830 un Real Decreto hacía pública la voluntad de Fernando al nombrar a su hija princesa de Asturias «por ser mi heredera y legítima sucesora a mi corona mientras Dios no me conceda un hijo varón». Una situación que no se modificará al dar a luz la reina María Cristina a otra niña, la infanta Luisa Fernanda. El evidente deterioro físico del rey hacía improbable que pudiese tener nueva descendencia por lo que quedaba abierto el pleito sucesorio con el rechazo del hermano de Fernando a aceptar la sucesión de su sobrina y el comienzo de toda una intriga palaciega que culminará en el verano de 1832 en los sucesos de La Granja. Aprovechando el deterioro de la salud del monarca, una camarilla de cortesanos y políticos, próximos a Carlos María Isidro, logró, con presiones y bajo la amenaza de una guerra civil, que Fernando derogase la Pragmática, anulando de nuevo la sucesión femenina.

Sin embargo, el rey se recuperó, restableció otra vez la Pragmática e Isabel fue ratificada por unas Cortes como Princesa de Asturias el 20 de junio de 1833. Pocos meses después moría su padre, dejando a su hija el Trono español bajo la regencia de María Cristina. La negativa de Carlos a aceptar, como reina, a su sobrina, desató la primera guerra carlista.

La época de las regencias (1833-1843)

La minoría de edad de Isabel II estuvo ocupada por una doble regencia: la que ostentó su madre María Cristina, reina gobernadora hasta 1840, y la del general Baldomero Espartero hasta 1843. La regencia de María Cristina estuvo marcada por la guerra carlista que la obligó a buscar el apoyo de los liberales moderados frente al pretendiente Carlos. La primera consecuencia de esa transacción fue la concesión del Estatuto Real (1834), una carta otorgada en la que la Corona se reservaba amplios poderes en la vida política. En el contexto de la guerra civil, el triunfo del liberalismo se produjo en 1836 tras el golpe de Estado de los sargentos de La Granja y la llegada al poder de Mendizábal con la desamortización de 1836 y la promulgación de la Constitución de 1837, de carácter progresista. El proceso desamortizador comportó la supresión de órdenes religiosas, la nacionalización de sus bienes y su venta en pública subasta. La Constitución afirmaba el principio de soberanía nacional y la práctica parlamentaria basada en el sufragio censitario y un sistema bicameral: Congreso de los Diputados y Senado. Con ambas reformas, se dio un decisivo impulso hacia el desarrollo capitalista y el liberalismo político, ampliándose la base burguesa del régimen. Sin embargo, la hostilidad de la regente hacia los liberales progresistas y su preferencia por los moderados dieron lugar a un creciente malestar social que alimentó el pronunciamiento de 1840. Con el fin de la guerra y la firma del Convenio de Vergara en agosto de 1839, María Cristina se vio forzada a renunciar a la regencia y se exilió en Francia, dejando abandonadas a sus hijas bajo la tutela de Argüelles y de la condesa de Espoz y Mina. Espartero, héroe de la guerra carlista y jefe del Partido Progresista, asumió entonces la regencia. Durante su mandato, se consolidan las dos corrientes en las que se dividió la «familia» liberal: el Partido Moderado (conservador) y el Partido Progresista (liberal avanzado). Se sofocó un golpe palaciego orquestado por la propia María Cristina y que, al fracasar, significó la ejecución de algunos cabecillas, entre ellos los míticos Montes de Oca y Diego de León. Pero los desaciertos del regente y, de forma especial, su poca acertada actuación en la insurrección de Barcelona, originaron su caída en 1843 y la proclamación anticipada de la mayoría de edad de Isabel cuando acababa de cumplir trece años.

En estos primeros años -coinciden todos los biógrafos- dos aspectos fundamentales marcaron la vida de la reina, condicionando su personalidad y trayectoria posterior: la falta de un ambiente familiar y de afectividad materna y la ausencia de una instrucción adecuada y de preparación política para una persona destinada a tan alto fin. Abandonada tempranamente por su madre, que prefería dedicarse a la nueva familia que formó con el duque de Riansares, su relación con ella estuvo marcada, más que por el cariño materno, por la manipulación y el control que María Cristina ejerció siempre sobre Isabel. En el terreno de la instrucción que recibió, se comprueba una educación escasa, descuidada y sujeta a los vaivenes políticos que, como ocurrió en 1841, produjeron el relevo radical del personal de palacio, entre ellos la aya y el preceptor de Isabel. Su nuevo preceptor será Argüelles que, si bien denominó a Isabel la «alumna de la Libertad», no demostró un excesivo celo en la preparación real, deficiente en lo intelectual y en lo político. Si a esa precariedad en su formación unimos lo prematuro de su mayoría de edad, podremos explicarnos fácilmente la manipulación interesada y partidista a la que fue sometida por su familia, las camarillas cortesanas y determinados políticos, así como sus dificultades para cumplir de forma eficaz las funciones políticas que el sistema constitucional le confería. Como la misma Isabel reconocía en una de las conversaciones que mantuvo en 1902 con Pérez Galdós, el poder le llegó muy pronto y con él la adulación, las manipulaciones y conspiraciones propias de la Corte: «¿Qué había de hacer yo, jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno a mi voluntad, con todo el dinero a mano para mis antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo?… Póngase en mi caso…» («La reina Isabel», en Memoranda, p. 22)

El reinado personal de Isabel II: el triunfo del liberalismo moderado

El mismo día del comienzo del reinado efectivo de Isabel II, el Gobierno de Joaquín María López dimitió. Como sustituto fue nombrado Salustiano Olózaga, jefe del Partido Progresista que, acusado de haber forzado a la reina niña para que firmase la disolución de las Cortes contra su voluntad, era destituido a los nueve días. El suceso, como ha señalado Burdiel, debe inscribirse en la lucha de los moderados y María Cristina para hacerse con el poder. Una vez conseguido éste, el Partido Moderado, bajo el liderazgo del general Narváez, dominó la escena política durante los diez años siguientes, dando nombre a la «Década Moderada». En este período se elaboraron la Constitución de 1845, que proclamaba la soberanía compartida y anulaba algunas conquistas del liberalismo progresista, y unas leyes orgánicas de carácter muy restrictivo que sentaron las bases del poder moderado y de la organización política y administrativa del Estado liberal. Se realizó la reforma de la Hacienda y, por el Concordato de 1851, se logró el reconocimiento de la Iglesia a la monarquía isabelina, que aceptó la desamortización efectuada hasta entonces, exigiendo como contrapartida compensaciones económicas y que se paralizase el proceso de venta de bienes nacionales pendientes.

En los inicios de la década una de las cuestiones más controvertidas fue la del matrimonio real que, convertido en razón de Estado con claras implicaciones en las cortes europeas, dio origen a largas y complejas negociaciones diplomáticas para elegir al futuro rey consorte. El 10 de octubre de 1846, el mismo día de su decimosexto cumpleaños, se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón, una elección completamente desacertada pero que, como ha puesto de relieve la historiadora Isabel Burdiel, acabó siendo la única candidatura viable dada la presión internacional, sobre todo francesa. El matrimonio fracasó en los primeros meses, abocando a Isabel a la infelicidad que intentó compensar con una intensa y criticada vida amorosa en brazos de varios amantes y favoritos. La reina tuvo once hijos, de los que sólo cuatro llegaron a la edad adulta: Isabel, Alfonso, Pilar y Eulalia. Como ha señalado la profesora Burdiel, desde el comienzo del matrimonio y auspiciada por el rey consorte, se percibió en el ambiente palaciego la influencia de los sectores más conservadores y clericales dando origen a una oscurantista camarilla que, encabezada por los confesores reales, los padres Claret y Fulgencio, y personajes tan estrambóticos como sor Patrocinio, la «monja de las llagas», mediatizaron la actuación real.

El Gobierno moderado se ejerció de forma restrictiva y exclusivista, obligando a los progresistas, marginados del poder a recurrir a la vía insurreccional y a los pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar frecuentemente combinado con algaradas callejeras, para forzar un cambio político y acceder al Gobierno. Esta fase se cerró con el Gobierno «tecnócrata» de Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo una amplia labor administrativa y hacendística y el del Conde de San Luis. En estos años, la actuación ministerial había sido cada vez más autoritaria y la corrupción se había generalizado con los negocios fáciles y el enriquecimiento rápido de las camarillas próximas al poder y a la soberana.

La revolución de 1854 y el Bienio Progresista

Los problemas derivados de la corrupción y del gobierno de la camarilla, a los que se unía el descontento de los progresistas excluidos del poder, alentaron las críticas de la clase política y favorecieron la actuación revolucionaria. A finales del mes de junio tiene lugar el pronunciamiento de los generales O’Donnell y Dulce. La llamada «Vicalvarada» tenía en principio unos objetivos muy limitados que básicamente se orientaban a corregir las desviaciones políticas y corrupciones de los últimos tiempos y a un mero cambio de Gobierno sin abandonar los presupuestos políticos moderados. Pero la intervención de los progresistas abrió una fase de levantamiento popular que llevó a los sublevados a ampliar su programa. El Manifiesto del Manzanares del 7 de julio de 1854, redactado por Cánovas del Castillo, exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica «regeneración liberal». Se inauguraba una nueva etapa progresista, parca en lo político por su corta duración, un bienio escaso, pero densa en realizaciones de carácter económico. La reina entregó el poder a Espartero y O’Donnell, representantes de la coalición que alentó la revolución, pero la continuidad y estabilidad de este Gobierno mixto era difícil. Se expulsó de España a la reina madre, objeto de las iras populares porque, además de su influencia sobre Isabel, María Cristina y su esposo, el Duque de Riansares, habían estado implicados en muchos de los negocios fraudulentos y corruptelas económicas de esos años. Se elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente la soberanía nacional -la Non nata de 1856- y se aprobaron importantes leyes económicas, fundamentales para el desarrollo del capitalismo español como las leyes de ferrocarriles (1855), bancarias y de sociedades (1856). Se retomó también la desamortización con la promulgación de la Ley de Madoz (1855), que afectaba a los bienes civiles y eclesiásticos, lo que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Transcurridos dos años desde la revolución, la reina, en palabras de Germán Rueda, se decide a reinar. Recurre a O’Donnell para desplazar a los progresistas del poder y restablecer la Constitución de 1845 suavizada con un Acta adicional. Pero, a continuación, será Narváez quien gobierne durante el bienio 1856-1858. Bajo su mandato se restablecen los parámetros políticos de la etapa moderada anterior con la anulación del Acta adicional y se aprueba la Ley Moyano (1857) que ordena y centraliza la instrucción pública de toda la nación. Se abre entonces un período de alternancia entre los moderados de Narváez y un tercer partido de corte centrista, liderado por el general O’Donnell. Entre 1858 y 1863, será de nuevo este General el protagonista de la vida política con su Unión Liberal, dando paso a un período con cierta calma política caracterizado por una gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior con la guerra de África (1859-60), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención en México (1861-1862).

La revolución de 1868 y el destronamiento de Isabel II

Con la caída de O’Donnell en 1863 entramos en la última etapa del reinado de Isabel II marcada claramente por la descomposición del sistema político y la deslegitimación de la Corona. Se sucedieron gobiernos siempre de corte moderado mientras el exclusivismo y el carácter represivo del régimen se acentuaban a medida que la oposición aumentaba y partía cada vez de mayores frentes. Por otra parte, la vida amorosa de la reina y los escándalos de palacio, aireados o utilizados por su propio esposo, Francisco de Asís, y miembros de la camarilla y del Gobierno, contribuyeron notablemente a desprestigiar la imagen de la Monarquía. El ambiente político se enrareció todavía mucho más a partir de 1865, con la destitución de Castelar como catedrático de la Universidad y la represión contra los estudiantes en la llamada «Noche de San Daniel», ordenada por Luis González Bravo. El sistema moderado se hundía y arrastraba consigo a la Monarquía. Ante el deterioro de la situación política, los progresistas y los demócratas se retraen de la vida política inclinándose una vez más por la vía insurreccional. Un nuevo Gobierno de la Unión Liberal intentó, en último término, atraer de nuevo a los progresistas con una tímida reforma política que ampliaba el censo electoral pero no lo consiguió, como demostraron los intentos de pronunciamiento de Prim en enero de 1866 y del Cuartel de San Gil en el mes de junio de ese mismo año. El retorno de Narváez aceleró los preparativos de la conspiración que se consolidó con la firma del Pacto de Ostende de agosto de 1866, que agrupó también a los demócratas y más tarde, al morir O’Donnell en 1867, a la Unión Liberal. Ya no se trataba de luchar sólo por un relevo gubernamental sino que se exigía el destronamiento de la reina. La conspiración pronto rebasó los círculos militares y contó con una extensa trama civil a través de los clubes y asociaciones progresistas y demócratas. La coincidencia con una coyuntura de crisis económica y de subsistencias y el endurecimiento del régimen dirigido de nuevo por González Bravo, contribuyeron a crear un contexto favorable a la revolución. El 18 de septiembre de 1868, la Armada, surta en la bahía de Cádiz, se pronuncia al grito de «¡Abajo los Borbones! ¡Viva España con honra!». Tras el triunfo de la revolución, Isabel II, que se encontraba de vacaciones en Guipúzcoa, era destronada y marchaba al exilio en Francia, iniciándose en España un período de seis años, conocido como el Sexenio Democrático, en el que se ensayarán diversas alternativas políticas: una nueva monarquía con Amadeo de Saboya y la Primera República.

Los largos años del exilio

Al conocerse la derrota de las tropas leales en Alcolea, la reina, acompañada por su esposo e hijos, pasaba la frontera francesa siendo acogida por el emperador Napoleón III. Se alojó primero en el castillo de Enrique IV, en Pau, para trasladarse después al palacio de Basilewsky, que más tarde recibirá el nombre de palacio de Castilla, en París. Comenzaban los largos años del exilio, situación en la que permanecerá hasta el final de su vida. Durante treinta años más, Isabel vivirá en París separada de su esposo y retirada de la política activa sin gozar ya de ningún tipo de protagonismo público, tras abdicar en 1870 de sus derechos al Trono en favor de su hijo Alfonso, el futuro Alfonso XII. No volvió a España salvo breves y esporádicas estancias pues, tras la restauración de 1874, Cánovas, artífice del proceso, y su propio hijo, Alfonso XII, consideraron que era preferible para la estabilidad de la Monarquía que ella permaneciese fuera del país.

En la mañana del 9 de abril de 1904, en su residencia parisina, fallecía Isabel II por unas complicaciones bronco-pulmonares producidas por una gripe. Sus restos fueron trasladados al Escorial para darles más tarde sepultura en el Panteón de los Reyes. Moría una reina y, como epitafio, podemos citar las hermosas palabras que Pérez Galdós, que la entrevistó poco antes de su muerte, dejó escritas sobre ella:

«El reinado de Isabel se irá borrando de la memoria, y los males que trajo, así como los bienes que produjo, pasarán sin dejar rastro. La pobre Reina, tan fervorosamente amada en su niñez, esperanza y alegría del pueblo, emblema de la libertad, después hollada, escarnecida y arrojada del reino, baja al sepulcro sin que su muerte avive los entusiasmos ni los odios de otros días. Se juzgará su reinado con crítica severa: en él se verá el origen y el embrión de no pocos vicios de nuestra política; pero nadie niega ni desconoce la inmensa ternura de aquella alma ingenua, indolente, fácil a la piedad, al perdón, a la caridad, como incapaz de toda resolución tenaz y vigorosa. Doña Isabel vivió en perpetua infancia, y el mayor de sus infortunios fue haber nacido Reina y llevar en su mano la dirección moral de un pueblo, pesada obligación para tan tierna mano».

Fuente:https://www.cervantesvirtual.com/portales/reyes_y_reinas_espana_contemporanea/isabel_ii_biografia/

La Guerra De La Independencia Española

Ante la invasión francesa de la península Ibérica el pueblo despertó y Napoleón se vio obligado a mantener un gran ejército en España, al tiempo que las Cortes de Cádiz ponían en práctica la revolución liberal con la elaboración de la Constitución de 1812.

Invasión y resistencia popular

Napoleón decidió invadir España aprovechando la debilidad de Carlos IV (1788- 1808), un rey dominado por su esposa, María Luisa de Parma, y por el primer ministro, Manuel Godoy.

La excusa fue la negativa de Portugal a secundar el bloqueo continental contra Inglaterra decretado por Napoleón. El emperador prometió a Godoy un reino en el Sur de Portugal y a Carlos IV el título de «emperador de las Américas» a cambio de dejar que sus tropas pasaran por territorio español.

Los franceses invadieron Portugal y se instalaron en varias ciudades españolas. El temor a que los franceses se apoderaran de España hizo que en marzo de 1808 los seguidores del príncipe Fernando organizaran el motín de Aranjuez. Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó en su hijo (Fernando VII).

En abril de 1808 se produjeron las abdicaciones de Bayona: Napoleón requirió la presencia de la familia real española y obligó a abdicar a Fernando y a Carlos.

El 2 de mayo, el pueblo de Madrid se sublevó contra la presencia de las tropas francesas. Tras la represión, el alcalde de Móstoles declaró la guerra a Napoleón, y pronto se extendieron por todo el país las Juntas de Gobierno para organizar la resistencia. Había comenzado la guerra de la Independencia.

Evolución política y militar

En España la actitud ante los franceses presentaba una división:

  • Los partidarios de expulsar a los franceses se unieron en torno a la Junta Central. El 19 de agosto de 1808, el ejército de Andalucía, al mando del general Castaños (1756-1852), venció a los franceses en Bailén. Era su primera derrota en Europa.José I Bonaparte (1808-1813), colocado en el trono de España por Napoleón, abandonó Madrid, y las fuerzas francesas levantaron el sitio de Gerona y Zaragoza, pero en diciembre el propio emperador entró en España con su ejército y restituyó a su hermano en el trono.Ante esta situación el pueblo opuso resistencia con la guerra de guerrillas, que implicó a toda la población en el acoso a los invasores. Entre los guerrilleros destacaron Espoz y Minael cura Merino y el Empecinado.
  • Los llamados «afrancesados» aceptaron a José Bonaparte y colaboraron con él en la elaboración de la Constitución de Bayona y en la promulgación de una legislación liberal que suprimió los derechos feudales y la Inquisición, entre otras medidas. Los franceses volvieron a sitiar Gerona y Zaragoza, que cayeron tras una larga resistencia.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

En 1810 se disolvió la Junta Central y se reunieron en Cádiz unas Cortes no estamentales que asumieron la soberanía nacional. Dominadas por los liberales, las Cortes de Cádiz abolieron los señoríos y la Inquisición, la tortura y las pruebas de limpieza de sangre para acceder a los cargos públicos.

La Constitución de 1812 fue la obra más importante de las Cortes de Cádiz:

  • Se promulgó el 19 de marzo de ese año.
  • En ella se reconocieron la soberanía nacional, la división de poderes y el sufragio indirecto.
  • Representó la adaptación de las ideas liberales a la situación española, y sirvió de modelo para posteriores constituciones, no sólo de España sino de otros países europeos.

También en 1812, España inició con la ayuda de las fuerzas británicas dirigidas por el duque de Wellington (1769-1852) una gran ofensiva contra las tropas francesas, venciéndolas en Arapiles (Salamanca), lo que obligó a José Bonaparte a huir de España.

En 1813, el ejército hispano-británico al mando de Wellington triunfó en las batallas de Vitoria (julio) y San Marcial (agosto). Napoleón retiró sus fuerzas de España y, por el tratado de Valençay, devolvió el trono a Fernando VII.

Fechas clave

  • 1807 Tratado de Fontainebleau: las tropas francesas entran en España y ocupan Lisboa.
  • 1808 Motín de Aranjuez; Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII. Levantamiento del 2 de mayo en Madrid. Abdicaciones de Bayona. Creación de las Juntas de Gobierno. Napoleón proclama rey de España a su hermano con el nombre de José I. Constitución de Bayona. Victoria española en Bailén. Creación de la Junta Central en Aranjuez. Napoleón entra en Madrid.
  • 1809 Fin del segundo asedio a Zaragoza y del tercero a Gerona. Alianza hispanobritánica contra Napoleón.
  • 1810 Disolución de la Junta Central; se establece la primera regencia. Inauguración de las Cortes de Cádiz. Asedio francés a Cádiz.
  • 1812 Las Cortes de Cádiz aprueban la Constitución. Victoria hispano-británica en los Arapiles: José I abandona Madrid.
  • 1813 José I, derrotado en la batalla de Vitoria, huye a Francia. Batalla de San Marcial, última derrota francesa.
  • 1814 Fernando VII vuelve a España y decreta la abolición de la Constitución.

Fuente:https://www.hiru.eus/es/historia/la-guerra-de-la-independencia-espanola

Guerra de sucesión Española

La Guerra de Sucesión Española fue un conflicto dinástico español que se origina tras la muerte sin descendencia del rey Carlos II de España. El trono de España correspondía a Felipe V de Borbón, nieto del rey francés Luís XIV, designado en el testamento por Carlos II antes de morir, pero el miedo de muchas potencias europeas a una unión dinástica entre Francia y España generó que apoyaran al archiduque Carlos de Austria en sus pretensiones al trono español. De esta manera, el conflicto dinástico se convirtió en una feroz guerra internacional que decidiría para siempre los destinos no solo de España sino también de toda Europa.

Esta contienda, desarrollada entre 1701 y 1713 marcaría el futuro de España: nuestro país, tal y como lo conocemos hoy, es en gran medida el resultado de esta guerra.

-Este conflicto marcó el punto final para España como potencia hegemónica en Europa, convirtiéndose a partir de entonces en una potencia de segunda fila.

-El conflicto sucesorio se convirtió además en una verdadera Guerra Civil entre la Corona de Castilla y la Corona de Aragón, que se saldó con la perdida de los históricos fueros aragoneses y catalanes.

En 1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, muere sin descendencia. Al trono español aspiran dos pretendientes con lazos familiares con el rey fallecido:

-El archiduque Carlos de Habsburgo, hijo de Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

-Felipe de Anjou, de la casa de los Borbones, nieto de Luis XIV de Francia.

-Inglaterra temerosa de que Francia acumulara demasiado poder, se alió con Holanda, Portugal y Saboya para apoyar al candidato de Habsburgo. En el interior de España los apoyos a ambos candidatos también se dividieron:

-Castilla, con la excepción de algunos nobles, apoyó a Felipe de Anjou.

-La Corona de Aragón mantuvo una posición ambigua, aunque en diversos sectores sociales se apoyó mayoritariamente al archiduque Carlos.

En este caso, la división en los apoyos a los distintos candidatos tuvo que ver sobre todo con las distintas características de los dos reinos que existían por entonces en España.
El Rey, sabedor de su plena incapacidad para asumir las funciones de gobierno, finalmente se apoyará en el duque de Medinaceli (1680-1685) a quien designará como su valido, y posteriormente en el conde de Oropesa (1685-1691). Este último aspiró a dar una vuelta a la economía y la hacienda real, para ello, creó el órgano denominado “Superintendencia General de la Real Hacienda”, presidida por el marqués de Vélez, que, aunque realmente  no funcionó como ellos pensaban, lo importante de esto es que marcó el comienzo de las futuras reformas borbónicas. En 1690 tuvo lugar el segundo matrimonio del monarca con Mariana de Neoburgo, hija del elector Felipe Guillermo del Palatinado, Duque de Neoburgo uniendo la falta de sintonía con la nueva reina a los continuos enfrentamientos con la aristocracia y la Iglesia. A esto se unió también los desastres de la guerra contra Francia, se pierde Luxemburgo por la Tregua de Ratisbona en 1684 y Francia invade Cataluña en 1691.

En estos años, el Nuncio del Papa visita al Rey y queda tan impresionado de su figura y deplorable estado que escribirá: “El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austria; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia”. (Pfandl, Ludwig, Carlos II, Afrodisio Aguado, Madrid, 1947, p. 386.)

En la Guerra de Sucesión, como armador, su aportación de más de 80 mástiles para la defensa de Cádiz en 1702, logra el rechazo de la flota inglesa, en el momento más determinante de la contienda. Gracias a la influencia de Goyeneche se pudo realizar el traslado de los ejércitos borbónicos entre Francia y España a través de la frontera navarra, lo que supuso un factor importante para decantar la victoria de Felipe V.

El rey Felipe V de España, como agradecimiento al reino de Navarra y a las provincias Vascongadas por su apoyo en la guerra, mantuvo mediante una ley los fueros de estas dos regiones. Por el contrario, a los territorios españoles que no le apoyaron, les eliminó sus privilegios y fueros. Hasta el siglo XX, los únicos territorios españoles que aún mantenían fueros eran Navarra y la provincia vasca de Álava.

Fuente: https://turismo.ayto-nuevobaztan.es/la-guerra-de-sucesion/

Reyes católicos

En el primer bloque de historia está el tema de los Reyes Católicos que, a mi que no me gusta mucho la historia, es un tema bastante fácil de aprender.

 Fernando V de Castilla y II de Aragón, también llamado el Católico, nació el 10 de mayo de 1452 en Sos, Zaragoza. Hijo de Juan II de Aragón y de Juana Enríquez, fue proclamado rey de Sicilia (1468), rey de Aragón (1479-1516) y de Castilla (1474-1504).

     Rey prudente y sensato, aventajó a sus contemporáneos en visión política. Se casó con Isabel de Castilla, lo que provocó una guerra civil en Castilla entre los partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja. Acabada la contienda en 1479, reinaron conjuntamente Isabel y Fernando, «los Reyes Católicos», quienes conquistaron el último reducto musulmán en la Península Ibérica con la toma de Granada en 1492.

     Fernando colaboró de una forma activa con Isabel en todos los asuntos referentes a Castilla, además de los de Aragón y la política exterior. Ambos trabajaron juntos para unificar sus dominios y fomentar su desarrollo. En 1476 organizaron la Santa Hermandad, una institución que tenía su propia milicia, dedicada a proteger la población rural de los bandoleros y guardar el orden en los despoblados. En 1480 crearon la Inquisición, organismo cuyo origen se remonta al siglo XI, para imponer la unidad religiosa y reprimir cualquier disidencia.

     Durante el reinado se restableció la paz en el campo catalán y se promovió el desarrollo de la economía castellana introduciendo los consulados y los gremios. Fernando apoyó el programa religioso de la reina por medio del espíritu de «cruzada» y el exclusivismo religioso; prueba de ello es la conversión forzosa de los moriscos granadinos y la expulsión de los judíos en 1492.

     En 1492, Cristóbal Colón, un navegante genovés con nuevas teorías geográficas, se presentó a los Reyes Católicos, pidióndoles apoyo económico para navegar hacia las Indias por Occidente. Fernando e Isabel ayudaron a Colón en la empresa que culminaría con el descubrimiento de un «Nuevo Mundo» que permitió la expansión extraeuropea de la Corona española. Al año siguiente, Fernando consiguió su primer logro diplomático, al recuperar el Rosellón y la Cerdeña. Organizó la Liga Santa en 1495 para oponerse al intento francés de ocupar Nápoles. Fernando envió a Gonzalo de Córdoba para negociar con el rey de Francia y ambos soberanos terminaron repartiéndose el reino de Nápoles. Constituyeron una liga con Milán, Génova y el papa Alejandro VI para combatir a los franceses, a quienes vencieron en la batalla de Gaeta en 1504, con lo que Nápoles quedó fuera del dominio de Francia.

     La política matrimonial de los Reyes Católicos permitió que Castilla se integrara en Europa, aislando a Francia; en este contexto, tuvieron lugar los matrimonios de su hija Isabel con Alfonso de Portugal y, tras su muerte, con Manuel el Afortunado; de María de Aragón, con don Manuel cuando éste enviudó; de Juan con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I y María de Borgoña;, de Juana con Felipe de Austria, también hijo del emperador; y de Catalina con Enrique VIII de Inglaterra.

Cuando la reina murió en 1504, dejó a Fernando la regencia de Castilla, aunque el trono correspondía a la hija de ambos, Juana; su marido, Felipe el Hermoso, reclamó la regencia que Fernando dio en 1506.

     Fernando, al enviudar, se casó con Germana de Foix, de cuyo matrimonio nació un hijo que murió prematuramente. Con la muerte en 1507 murió de su yerno Felipe, Juana perdió la razón, por lo que Fernando tuvo que retomar de nuevo la regencia.

     Fernando envió una expedición en 1509, organizada por el cardenal Jiménez de Cisneros, inquisidor general, que conquistó Orán, Bujía y Trípoli. Un año después, en 1510, la Santa Sede le concedió el reino de Nápoles y en 1511 participó con el papa Julio II y Enrique VIII de Inglaterra en la Liga Santa contra Francia. Después, en 1512, conquistó el reino de Navarra y lo agregó al de Castilla.

     Fernando V murió el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo (Cáceres), sustituyéndole en el Trono su nieto Carlos, el futuro emperador.

Fuente: https://www.cervantesvirtual.com/bib/historia/monarquia/fernando.shtml